Cada año varían las fechas del
Jueves Santo, Viernes Santo, sábado de Gloria y Domingo de Resurrección, ¡y
existe una razón histórica para ello!
Para los católicos, la
Semana Santa es la celebración más importante del calendario litúrgico
porque se recuerda la resurrección de Jesús. De hecho, durante los tres
primeros siglos de la fe era la única fiesta que se celebraba.
El origen de la fecha se debe a que la muerte de Cristo ocurrió cerca de la Pascua Judía. Los Evangelios se refieren a esta celebración en el pasaje bíblico de la Última Cena, cuando Jesús se reúne con sus discípulos para celebrar la fiesta en la que los judíos recordaban su salida de Egipto.
Los judíos, de acuerdo con sus
normas, deben renovar cada año esta celebración el día 15 del mes de Nisán, que
empieza con la primera luna nueva de primavera.
Luna llena
Con el paso del tiempo, y aunque
algunas regiones en el mundo se resistían, la Iglesia comenzó a unificar la
fecha de la Pascua. Desde el I Concilio Ecuménico de Nicea en el año 325, la
Semana Santa se celebra el primer domingo de luna llena después del equinoccio
primaveral (alrededor del 21 de marzo).
Al principio se tenía en cuenta
que no coincidiera con la celebración de la Pascua Judía, pero con el paso del
tiempo se fue perdiendo esta costumbre, al menos en Occidente. Así el Domingo
de Pascua acontece en un paréntesis de 35 días, entre el 22 de marzo y el 25 de
abril.
Las fechas de Pascua se repiten
en un periodo de 5.7 millones de años y en ese intervalo de tiempo la fecha más
frecuente es el 19 de abril. La mayoría de las veces la Semana Santa cae
durante la primera o segunda semana de abril.
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