viernes, 1 de septiembre de 2017



En su discurso ante más de 100 obispos en la que participan de un seminario, el Papa Francisco alertó ante las acechanzas del diablo que tiene dos armas “para destruir a la Iglesia desde dentro”: “la división y el dinero”.
En su discurso, el Pontífice alentó a los obispos a vigilar “atentamente para que todo lo que se realiza para la evangelización y las diversas actividades pastorales de las que somos promotores no seamos dañado o frustrado por divisiones ya presentes o que se pueden crear”.
“Las divisiones son el arma que el diablo tiene más a la mano para destruir la Iglesia desde dentro. Tiene dos armas, pero la principal es la división: la otra es el dinero. El diablo entra por las rendijas y destruye con la lengua, con los chismes que dividen y el hábito de chismorrear, que es una costumbre de ‘terrorismo’”. 
“El chismoso –dijo el Papa– es un ‘terrorista’, que lanza la bomba –el chisme– para destruir. Por favor, luchen contra las divisiones, porque es una de las armas que tiene el diablo para destruir a la Iglesia local y la Iglesia universal”.
 “Hay desafíos difíciles por resolver, pero con la gracia de Dios, la oración, la penitencia, se puede.
El Papa también alentó a los prelados a “salir al encuentro de las ovejas que no pertenecen aun al rebaño de Cristo” ya que, en el marco del Jubileo de la Misericordia “todos tenemos necesidad de la gracia de Cristo” para ser misericordiosos como el Padre.
“Cada obispo experimenta en primera persona esta realidad y está llamado a manifestar con la vida y el ministerio episcopal la paternidad de Dios”, resaltó. 
En los territorios en los que están estos obispos, continuó el Papa, también es importante buscar “especialmente aquellas alejadas o perdidas” y encontrar “nuevas modalidades para anunciar, para salir al encuentro de las personas, para que los creyentes tibios o no practicantes descubran nuevamente la alegría de la fe”.
Francisco explicó que los obispos deben cuidar de manera particular a los sacerdotes y su preparación, desde el seminario: “sepan ofrecerles un ejemplo concreto y tangible. En cuanto les sea posible, busquen participar con ellos en sus principales momentos de formación, siempre cuidando la dimensión personal”.
No se olviden que el prójimo más próximo del obispo es el presbítero. Cada presbítero debe sentir la cercanía de su obispo. Cuando un obispo oye la llamada telefónica del presbítero, o recibe una carta, debe responder rápido, ¡Rápido! El mismo día si es posible”, exhortó Francisco.




0 comentarios:

Publicar un comentario