En su discurso ante más de 100 obispos
en la que participan de un seminario, el Papa Francisco alertó ante las
acechanzas del diablo que tiene dos armas “para destruir a la Iglesia desde dentro”: “la división y el dinero”.
En su discurso, el Pontífice alentó a
los obispos a vigilar “atentamente para que todo lo que se realiza para la
evangelización y las diversas actividades pastorales de las que somos
promotores no seamos dañado o frustrado por divisiones ya presentes o que se
pueden crear”.
“Las divisiones son el arma que el
diablo tiene más a la mano para destruir la Iglesia desde dentro. Tiene dos armas, pero la principal es
la división: la otra es el dinero. El diablo entra por las
rendijas y destruye con la lengua, con los chismes que dividen y el hábito de
chismorrear, que es una costumbre de ‘terrorismo’”.
“El chismoso –dijo el Papa– es un ‘terrorista’,
que lanza la bomba –el chisme– para destruir. Por favor, luchen contra las
divisiones, porque es una de las armas
que tiene el diablo para destruir a la Iglesia local y la Iglesia universal”.
“Hay desafíos difíciles por resolver, pero con
la gracia de Dios, la oración, la penitencia, se puede.
El Papa también alentó a los prelados
a “salir al encuentro de las ovejas que
no pertenecen aun al rebaño de Cristo” ya que, en el marco del Jubileo de
la Misericordia “todos tenemos necesidad
de la gracia de Cristo” para ser misericordiosos como el Padre.
“Cada obispo experimenta en primera
persona esta realidad y está llamado a manifestar con la vida y el ministerio episcopal la
paternidad de Dios”, resaltó.
En los territorios en los que están
estos obispos, continuó el Papa, también es importante buscar “especialmente
aquellas alejadas o perdidas” y encontrar “nuevas modalidades para anunciar,
para salir al encuentro de las personas, para que los creyentes tibios o no practicantes
descubran nuevamente la alegría de la fe”.
Francisco explicó que los obispos
deben cuidar de manera particular a los sacerdotes y su preparación, desde el
seminario: “sepan ofrecerles un ejemplo concreto y tangible. En cuanto les sea
posible, busquen participar con ellos en sus principales momentos de formación,
siempre cuidando la dimensión personal”.
“No se olviden que el prójimo más próximo del obispo es el
presbítero. Cada presbítero debe sentir la cercanía de su
obispo. Cuando un obispo oye la llamada telefónica del presbítero, o recibe una
carta, debe responder rápido, ¡Rápido! El mismo día si es posible”, exhortó
Francisco.
0 comentarios:
Publicar un comentario